Editorial

A través de estas líneas quisiera hacer una breve reflexión sobre una de las herramientas fundamentales en la divulgación del conocimiento científico: el lenguaje. La revista Cuestiones de Fisioterapia se nutre de artículos que son escritos por profesionales de la Fisioterapia principalmente, aunque también es cierto que podemos encontrar autores pertenecientes a otras ciencias sanitarias, técnicas, humanas o sociales. Pues bien, son muchos los aspectos que pueden tener en común las personas que, en un momento determinado, se lanzan a la aventura de escribir (teniendo en cuenta que, las destrezas de expresión y comprensión escritas son quizá las más relevantes en el ámbito científico), pero, sin duda, uno de los nexos más importantes entre todas las personas que hacen posible esta revista es la comunicación con proyección a través de las palabras; es decir, existe tanto un interés por interconectar la comunidad científica formada por los/as fisioterapeutas como el anhelo de transmitir nuestra información a otros ámbitos científicos. Así, debemos ser capaces de trabajar con las palabras, pero no palabras cualesquiera, sino palabras encadenadas inteligentemente para construir mensajes en un dominio lingúístico concreto y complejo: el lenguaje científico-técnico.

Cuando tomamos la decisión de transmitir nuestras experiencias profesionales o personales a través de palabras en el ámbito de la expresión escrita, nos sentimos en no pocas ocasiones preocupados por «transmitir lo que realmente queremos transmitir», por «informar de lo que realmente queremos informar», por «enseñar lo que realmente queremos enseñar». Y es esta una preocupación lógica que emana de la responsabilidad profesional dentro de la Fisioterapia, ya sea en la asistencia, en la docencia, en la investigación o en la gestión (funciones que quedan recogidas en una u otra forma en nuestra revista universitaria). Así, es posible que nos surja la necesidad de aprender cómo transmitir a través del lenguaje nuestro conocimiento, en qué plano léxico-semántico desenvolvernos, cuáles son las estructuras morfosintácticas más significativas…; en definitiva, cuáles son las características de este lenguaje especial, un lenguaje que, en el ámbito de los usos del español con fines específicos, se denomina científicotécnico.

Este lenguaje específico es consecuencia de un conjunto de necesidades que plantea la propia ciencia, ya que en ella se establece una fuerte relación entre los conceptos y el lenguaje, de forma que existe una necesidad mutua de rigor. Pero, además, no sólo el lenguaje y el pensamiento científico se necesitan, sino que se condicionan extraordinariamente. Cuando se quiere fijar el significado de los términos científicos mediante normalización es necesario determinar previamente las propiedades de los conceptos a través de las definiciones y otros procedimientos de clasificación, pues resulta imposible normalizar los términos si antes no se han sistematizado todos los conceptos pertinentes (en nuestra ciencia, quizá sea el diagnóstico en Fisioterapia la cuestión que mayor esfuerzo nos exija en relación a la normalización lingúística).

Pensemos que, en aras de conseguir las tres metas fundamentales del lenguaje científicotécnico: precisión, neutralidad y concisión, es necesario que nos preocupemos por aprender cuáles son las herramientas y los recursos lingúísticos que nos permiten dejar constancia a través del lenguaje de nuestros conocimientos y experiencias. El buen uso de estas estrategias lingúísticas nos permitirá no caer, por ejemplo, en el error de abusar de la impersonalidad (rasgo significativo de los discursos científicos que tiene que ver con la neutralidad y la objetividad) que se le atribuye a este tipo de lenguaje. Esta impersonalidad, llevada al extremo, es algo muy frecuente en los artículos científicos, y además de estar muchas veces reñida con la precisión, da lugar a curiosas interpretaciones. Pongamos como ejemplo el descrito por Ordóñez, Chacón y Michán, en un artículo publicado en Revista Clínica denominado «El eclipse de los autores médicos», en el que señalan que «tan impersonal es el estilo de algunos trabajos que parece que los autores quedan relegados a un mero papel de comparsas, de firmantes de un artículo que se ha escrito él solo». Y es que, la eliminación sistemática de la primera persona
del plural a favor del reflexivo impersonal (se analiza) o el uso de la voz pasiva con el verbo ser (ha sido estudiado) en vez de la pasiva refleja, conducen a pensar que las conclusiones extraídas de los artículos no han sido elaboradas por los propios autores, sino que dichas conclusiones se deducen por sí mismas.

En definitiva, el aprendizaje y buen uso del lenguaje científico-técnico es inherente a la divulgación del conocimiento, siendo la aplicación de este aprendizaje la que nos conducirá a mantener viva la esencia de nuestras experiencias, sirviendo además como base de conocimiento para otros profesionales.

RAQUEL CHILLÓN MARTÍNEZ
Profesora Asociada Área de Fisioterapia