Fisioterapia Militar: todo un campo por conquistar

EDITORIAL

Más allá de nuestras fronteras, la Fisioterapia es una disciplina incorporada sólidamente dentro del cuerpo sanitario de las Fuerzas Armadas en diversos países. Pero este hecho no surgió de la nada. Diferentes acontecimientos causaron necesidades de intervención en este campo, de forma que, progresivamente, se le fue dando forma y razón de ser.

Históricamente, cabe reseñar que el ejército norteamericano, a lo largo de la I Guerra Mundial y debido al elevado número de heridos, entrenó a «ayudantes de reconstrucción» que más tarde pasarían a ser los primeros «ayudantes de fisioterapia ». Se trataba de personal instruido en tratamientos como la Hidroterapia, la Electroterapia, el Ejercicio Terapéutico o la Masoterapia, que a lo largo del tiempo fueron evolucionando en formación y experiencia, actuando en calidad de Fisioterapeutas Militares en futuras guerras, como fueron la II Guerra Mundial, la guerra de Vietnam o las más recientes guerras de Iraq y Afganistán. Aquellos orígenes sentaron los cimientos de los actuales Fisioterapeutas Militares norteamericanos, los cuales, tras muchos avatares y años después, disfrutan hoy de una completa formación oficial y regulada de doble carácter: sanitario y militar. Gracias a ello, adquieren las habilidades básicas de su profesión sanitaria, las competencias específicas que requiere su campo de trabajo, además de las destrezas propias de un mando militar(1).

Los Fisioterapeutas Militares también se encuentran en los ejércitos de otros países como Canadá, Reino Unido o Australia, con características similares a los norteamericanos y donde trabajan, al igual que ellos, no solo en las bases militares en territorio nacional, sino desplegados fuera de las fronteras de sus respectivos países en niveles de asistencia sanitaria más bajos, incluso están ubicados en equipos de Infantería Ligera y Operaciones Especiales, la élite de los ejércitos, actuando así en primera línea de batalla.

Al contrario que sucede en estos países y ejércitos, las Fuerzas Armadas Españolas no cuentan con fisioterapeutas en sus unidades sanitarias, incluso a pesar de que diversos estudios científicos muestran que la patología neuromusculoesquelética es la más prevalente dentro de la población militar, patología en la que, como es bien sabido, la Fisioterapia tiene un papel esencial en la prevención y tratamiento de las lesiones, y cuya intervención ocasiona, además, una disminución de evacuaciones innecesarias(2).

Es un hecho demostrado, que la población militar nos requiere y se beneficia de nuestra asistencia. Formar parte de su realidad, nos permitirá descubrir por experiencia propia y mediante conocimiento directo, cuáles son sus necesidades y demandas, y asistirles de una manera mucho más próxima y especializada. Igualmente podríamos asistir a sus maniobras, convivir con ellos en el día a día de las bases militares, donde muchas veces surgen lesiones debidas a los entrenamientos y pruebas físicas que deben superar, así como acompañarles en las misiones más allá del territorio nacional donde pueden llegar a pasar meses enteros sin asistencia fisioterapéutica.

Conviene, también, recordar que según la Ley de Ordenación de Profesiones Sanitarias (LOPS), «corresponde a los Diplomados universitarios en Fisioterapia la prestación de los cuidados propios de su disciplina, a través de tratamientos con medios y agentes físicos, dirigidos a la recuperación y rehabilitación de personas con disfunciones o discapacidades somáticas, así como a la prevención de las mismas»(3). Por lo tanto, es el fisioterapeuta el que, colaborando siempre con el resto de profesionales sanitarios, actualmente se encuentra regulado para lidiar con las múltiples alteraciones del movimiento y lesiones de carácter neuromusculoesquelético que sufre la población militar.

Sin embargo, en el panorama nacional, la fisioterapia se presta fundamentalmente en los hospitales militares y en clínicas reguladas por distintos convenios. No hay fisioterapeutas incorporados dentro del Cuerpo Militar de Sanidad de las Fuerzas Armadas Españolas, aunque éste sí incluye a otros profesionales sanitarios, como médicos, enfermeros, farmacéuticos, veterinarios, psicólogos y odontólogos(4).

La presencia del fisioterapeuta en las Fuerzas Armadas de España, sustentada, como profesional sanitario que es, por la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias, es una reivindicación que lleva realizándose desde hace años por parte del Consejo General de Colegios de Fisioterapeutas de España (CGCFE) y del Ministerio de Defensa(5).

Por otra parte, desde la consideración de la Fisioterapia como Ciencia, entendemos que el ámbito militar no es sólo un espacio asistencial en el que intervenir aprovechando el legado transmitido por los fisioterapeutas que nos han precedido, sino que, siguiendo el ejemplo de otros ejércitos, nos abre un campo en el que desarrollar nuevas oportunidades de estudio, investigación y valoración de nuevos procedimientos y técnicas, desplegando, así mismo, la posibilidad de colaborar entre instituciones en el ámbito de la Fisioterapia Militar.

Desde estas líneas deseamos instar al lector a que contribuya a que se haga oir la voz de los militares que reivindican al fisioterapeuta en el Cuerpo Militar de Sanidad de las Fuerzas Armadas Españolas, especialmente la de los sanitarios que trabajan entre ellos y la de sus pacientes. Animamos también a que se realicen estudios cualitativos y cuantitativos que sondeen este tema en profundidad, lo que nos permitirá, por una parte, conocer las necesidades asistenciales en este campo para poder elaborar planes de prevención y tratamiento cada vez más especializados; y por otra, elaborar proyectos formativos que nos acerquen más a este tipo de pacientes y a desarrollar el potencial que desde la profesión de fisioterapeuta tenemos para ayudarle.

Giordano Ramos Bustos. Universidad de Castilla-La Mancha. Toledo. España 
María Vázquez Fariñas. Hospital Nacional de Parapléjicos. Toledo. España