Toque de silencio

EDITORIAL

La muerte no es el final del camino…

Esta editorial pretende dedicar unas palabras de agradecimiento y justo homenaje a una generación de compañeros que nos han ido dejando y que tuvieron un destacado protagonismo y gran relieve profesional en la historia y evolución de la Fisioterapia en sus comienzos allá por la década de los 60, del siglo pasado.

Comenzamos diciendo que la Fisioterapia como disciplina no surge por capricho de un iluminado. Su presencia dentro del marco de las profesiones sanitarias obedece, como se decía en las memorias de su creación, a una necesidad social y sanitaria por la enorme cantidad de discapacidades que generaban las enfermedades y los accidentes que necesitaban una pronta recuperación de las capacidades funcionales perdidas. Se señalaba en las memorias que la cadena de producción se interrumpía ante la baja de un productor, y por eso era necesario recuperarlo cuanto antes. Evidentemente, no hablaba solo en términos economicistas, sino también se refería a la pérdida de la autonomía, calidad de vida, sufrimiento, dolor y carga social.

Así, cuando la disciplina se empieza a ordenar dentro del ámbito académico, los primeros titulados tardaron muy poco en ver el gran problema que existía en encajar esta profesión en el panorama sanitario de aquella época en nuestro país. Y es que, ¡no nos conocía nadie!, ni prácticamente sabían de nuestra existencia profesional, incluidos los propios sanitarios. Estaba claro que iba a ser necesario llamar a muchas puertas.

Como testigo, junto a otros compañeros, pudimos vivir una etapa apasionante en la que destacó de forma extraordinaria la capacidad de organización de un grupo de recién terminados que empezó a liderar las muchas gestiones que había que emprender; acciones a las que todos se fueron uniendo y que tenían como objetivo elevar esta flamante profesión al concierto sanitario de la época, sin olvidar, que estábamos en un punto en el que se partía de cero.

Y es que, en este contexto de imprescindible lucha y para poner en valor la generosidad, el esfuerzo, el trabajo y la enorme dedicación de esta generación de compañeros, debemos recordar que la Fisioterapia estaba fuertemente vinculada a los estudios de Ayudante Técnico Sanitario (ATS, hoy Enfermería) como especialidad, y pronto se iba a iniciar (en 1972) un proyecto ministerial en el que se elaboraron unos Estatutos del Personal Auxiliar Sanitario Titulado y Auxiliar de Clínica de la Seguridad Social. En este contexto, eran los ATS los que representaban a nuestra profesión y cuando se iniciaron los capítulos articulados sobre la Fisioterapia, solo se hablaba de enfermería y las especialidades no se contemplaban en absoluto. Este contexto oscurantista y con mil y una resistencias quizá sea complejo de imaginar para las generaciones actuales de fisioterapeutas, pero sería algo así como ser representados institucionalmente por personas que no saben qué tienen que defender o conseguir, o lo que sería más grave, no quieren hacerlo.

Por suerte para todos, la agilidad mental de aquellos jóvenes compañeros les llevó a estar presentes en la comisión que estaba desarrollando los estatutos a través de un sindicato llamado de Actividades Diversas y así, estuvieron pre sentes en la comisión negociadora, donde recibieron una letal resistencia de los entonces representantes colegiales de los ATS. A pesar de esto, se aceptó nuestra representatividad como colectivo especializado por parte de las autoridades. En aquel momento, la clave estaba en el establecimiento de las atribuciones profesionales, ya que solo se desarrollaban las de los ATS y, nosotros, los fisioterapeutas, éramos ATS especialistas que teníamos las mismas competencias que los ATS con conocimientos especializados, pero cualquier ATS sin especializar podía ejercer Fisioterapia y el título solo nos servía para ser, simplemente, preferentes para trabajar en un gimnasio de Rehabilitación como ATS especialistas, pero sin atribuciones específicas y desarrollando las que propusiera el servicio donde cada uno estuviera asignado. Esto era un auténtico problema.

Pero, la habilidad en la gestión de aquellos luchadores que plantaron cara a la resistencia con una enorme creatividad, les permitió convencer a los representantes de la administración sobre el hecho de que los fisioterapeutas teníamos funciones propias, funciones bien desarrolladas en otros estados, y ante la petición de demostrar y fundamentar estos argumentos, se elaboró una ingente cantidad de documentación con datos procedentes de la OMS y de otros países en los que la Fisioterapia tenía un mayor desarrollo y reconocimiento. Gracias a estas acciones se consiguió convencer a los responsables de la administración. En este momento, la clave de la cuestión estuvo en saber cómo se debía actuar para distinguirnos de los ATS. Y así, más pronto que tarde, surgió la palabra mágica que propusieron nuestros representantes y que consistió en desarrollar las competencias por las funciones, diferenciándose por las mismas a ATS, fisioterapeutas, matronas, etc. Esta gestión fue el paso más importante y decisivo que da la Fisioterapia a lo largo de su historia porque se crea la figura del profesional fisioterapeuta en las instituciones sanitarias del Estado con atribuciones específicas, y a partir de ahí, se pone a nuestra disposición la posibilidad de crecer llenando de contenido esta nueva figura profesional, proponiendo su autonomía académica desvinculada de enfermería. Tras un largo camino tortuoso y lleno de obstáculos, gracias a un esfuerzo increíble y una gran capacidad de gestión de esta generación de compañeros, se alcanza la realidad profesional y académica que hoy vivimos y disfrutamos como fisioterapeutas.

En mi recuerdo se quedará grabada para siempre esta etapa de la que formé parte activa y de aquel grupo de talentos, unidos por los mismos objetivos, poniendo en valor la gran generosidad de aquellos compañeros (muchos de ellos ya no se encuentran entre nosotros) que, sacrificando a su familia, su ocio, su tiempo y su economía, se lanzaron con una increíble entusiasmo y capacidad de lucha para conseguir unos logros y metas colectivos siguiendo aquellos ideales que consideraban justos para potenciar la disciplina y poder beneficiar a la comunidad, sobre todo las personas afectadas de discapacidades.

Pensando ahora en estos compañeros que nos han dejado recientemente, quisiera subrayar de todos ellos su enorme capacidad de trabajo, siendo además inteligentes, brillantes, poseedores de grandes iniciativas y sobre todo, buenas personas.

Sirva este editorial para visibilizar mi recuerdo a los que ya no están, Roberto, Núñez, Barbero, Nieto, Cabrera, De la Beldad y otros muchos destacados compañeros que tuve el honor de conocer y a los más cercanos en Andalucía como Pablo Troncoso, Alejandro Plaza y recientemente, Manuel Cárdenas, pues todos dieron lo mejor de ellos y tienen que estar en nuestro recuerdo y pasar a la historia de la profesión como profesionales que se entregaron a la causa, y hoy recogemos el fruto de sus esfuerzos y su gran generosidad. No puedo dejar de mencionar al recientemente fallecido Miguel Ángel Galán que, aunque no vivió aquella época, su aportación al crecimiento de la profesión no deja ninguna duda.

Por su bondad, entrega, lealtad y compromiso con nuestra profesión merecen todo nuestro respeto y consideración más distinguida, y sus nombres tienen que quedar grabados en el libro de honor de la historia de la Fisioterapia para que perduren en el recuerdo y sirvan de ejemplo para las generaciones venideras.

Miguel Villafaina Muñoz
Expresidente del Consejo General de Colegios de Fisioterapeutas de España