Neurociencia y dolor crónico: un nuevo paradigma profesional y científico en Fisioterapia

EDITORIAL

La Fisioterapia se enfrenta a una revolución científica relacionada con el estudio y tratamiento del dolor. Desde la década de 1990, cuando la Neurociencia consiguió salir de la Edad de Bronce, se ha producido un cambio de nuestra comprensión del sistema nervioso y las funciones que desempeña, entre ellas, la producción de dolor. De esta forma, surge el nuevo paradigma de la Neurociencia del Dolor.

Gracias a los nuevos avances en estudios de neuroimagen, los modelos científicos han pasado de una visión donde el sistema nervioso central era una estructura rígida e inalterable, a su comprensión como una estructura dinámica, adaptable y plástica(1). Esto nos ha permitido entender el cerebro como una masa moldeable que está en constante transformación, evolución y cambio, y que se reorganiza mediante el aprendizaje y la experiencia, lo que produce alteraciones en su estructura que no siempre van a ser beneficiosas, como es el caso del dolor crónico o persistente(2).

Aunque el dolor es un fenómeno ampliamente conocido y representa un síntoma clínico importante que ocurre en numerosas enfermedades, sus mecanismos aún no se comprenden con exactitud(3). Debido a la escasa información sobre su fisiopatología, especialmente en lo que respecta a la transición de su estado agudo a crónico, el tratamiento del dolor sigue siendo uno de los mayores desafíos de la medicina moderna. Sin embargo, en las últimas décadas, nuestra comprensión sobre el dolor y los mecanismos implicados en su desarrollo y perpetuación ha aumentado de manera considerable.

Además, gracias a los estudios de neuroimagen, se ha podido comprobar que el dolor presenta un patrón de activación cerebral determinado, lo que se denomina la firma cerebral del dolor(4). Esto nos ha permitido descubrir que el constructo dolor no solo emerge por la activación de regiones somatosensoriales, sino también por la implicación de regiones cognitivo-conductuales y afectivo-emocionales(5). De esta forma, el dolor ha pasado de entenderse como una señal de daño físico consumado, a ser interpretado como una evaluación subjetiva de peligro potencial en la que participan las creencias, las experiencias previas y el contexto, entre otros muchos factores.

En el caso del dolor agudo, la firma cerebral es más o menos predecible, produciendo un patrón de activación cerebral predominantemente en regiones somatosensoriales. Sin embargo, en dolor crónico, la firma cerebral se vuelve mucho más completa e impredecible, observándose un patrón de actividad cerebral específico para cada condición de dolor crónico, lo que convierte al dolor crónico en una enfermedad en sí mismo(6).

Aunque, clásica y etimológicamente (ya que crónico viene del griego cronos, que significa tiempo), el dolor crónico se entiende como aquel que persiste más allá de un tiempo determinado (en investigación, concretamente, seis meses), los avances en Neurociencia del Dolor nos han revelado que la categoría crónico va mucho más allá del factor tiempo. Los estudios en neuroimagen muestran que, cuando el dolor persiste, la actividad cerebral pasa de regiones fundamentalmente somatosensoriales a áreas afectivo-emocionales, lo que significa que el dolor crónico no es simplemente un dolor que persista más allá del tiempo biológico de curación de los tejidos, sino que conlleva graves alteraciones en la conectividad cerebral y, lo más importante, tiene una alta implicación emocional(7). De esta forma, el dolor crónico se puede entender como emoción en su estado más profundo, un sufrimiento que acaba por afectar – y destruir – todas y cada una de las dimensiones que constituyen al individuo consciente.

En este sentido, la Fisioterapia adquiere un papel fundamental, ya que los estudios muestran que la educación y el ejercicio físico son las herramientas con mayor evidencia en el manejo de pacientes con dolor crónico(8, 9). El ejercicio físico produce innumerables beneficios en la salud – no es inusual, por tanto, que algunos lo llamen la polipíldora – entre los que podemos destacar: la mejora de la condición física general, la mejora también de los mecanismos de inhibición descendente del dolor y los cambios neuroplásticos positivos en el sistema nervioso central, que, de forma conjunta y general, resultan de vital importancia en estos pacientes. Por tanto, como embajadores del movimiento, los fisioterapeutas representan un papel protagonista y central en el abordaje de este tipo de procesos.

Finalmente, debemos decir que la educación del paciente ha demostrado tener el poder de cambiar las creencias y cogniciones asociadas al dolor, lo que ayuda a disminuir la ansiedad y el catastrofismo que este síntoma conlleva. En este sentido, la Fisioterapia también juega un papel central, pues la Educación en Neurociencia del Dolor, un método de tratamiento que ha demostrado gran evidencia en la mejora del dolor y la discapacidad asociada, fue desarrollado por fisioterapeutas y es, por derecho, competencia de la Fisioterapia(10).

Así, y a modo de conclusión, al igual que el paradigma del dolor, la Fisioterapia está sufriendo una transformación científica y conceptual en lo que al tratamiento del dolor se refiere. La evidencia creciente demuestra que los métodos de tratamiento para el dolor crónico deben ir enfocados a la mejora de la autonomía del paciente, lo que convierte a la educación y al ejercicio físico en las principales herramientas de abordaje, y a los fisioterapeutas, en sus protagonistas. Ahora, más que nunca, adquiere sentido la frase del neurocientífico Patrick Wall: La Fisioterapia es el gigante dormido en el tratamiento del dolor.

Álvaro José Rodríguez Domínguez
Fisioterapeuta. Máster en Ciencias del Sistema Nervioso.
Profesor en Centro Universitario San Isidoro.
Director en Clínica Novak, Sevilla, España

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Garcés-Vieira MA, Suárez-Escudero JC. Neuroplasticity: Biochemical and neurophysiological aspects.CES Med. 2014; 28(1): 119–32.
2. Flor H. The functional organization of the brain in chronic pain. Prog Brain Res. 2000; 129: 313–22.
3. DosSantos MF, Moura BS, DaSilva AF. Reward Circuitry Plasticity in Pain Perception and Modulation. Front Pharmacol. 2017 Nov 21; 8: 790.
4. Baliki MN, Schnitzer TJ, Bauer WR, Apkarian AV. Brain Morphological Signatures for Chronic Pain. PLoS One. 2011; 6(10): e26010.
5. Seminowicz DA, Moayedi M. The dorsolateral prefrontal cortex in acute and chronic pain. J Pain. 2017 Sep; 18(9): 1027–35.
6. Rodríguez Domínguez ÁJ. Neurociencia y Dolor: Cambios Neuroplásticos y Rehabilitación en Dolor Crónico. Sevilla: Rojo P, Editor; 2021.
7. Kuner R, Flor H. Structural plasticity and reorganisation in chronic pain. Nat Rev Neurosci. 2016 Dec 15; 18(1): 20–30.
8. Booth J, Moseley GL, Schiltenwolf M, Cashin A, Davies M, Hübscher M. Exercise for chronic musculoskeletal pain: A biopsychosocial approach. Musculoskelet Care. 2017 Dec; 15(4): 413–21.
9. Louw A, Diener I, Butler DS, Puentedura EJ. The effect of neuroscience education on pain, disability, anxiety, and stress in chronic musculoskeletal pain. Arch Phys Med Rehabil. 2011 Dec; 92(12): 2041–56.
10. Moseley GL, Butler DS. Fifteen Years of Explaining Pain: The Past, Present, and Future. J Pain. 2015 Sep; 16(9): 807–13.