Buenas intenciones…

EDITORIAL

A través de los medios de comunicación, de la cotidianidad personal, del paisaje urbano que nos rodea a muchos, del clima, de nuestro tiempo, pensamientos y proyectos, etc.; podemos ser conscientes del cambio de estación que, sin duda alguna, es especialmente significativo en nuestras vidas: el otoño.

Estamos en uno de los dos momentos clave en la organización de nuestras vidas y, lógicamente, es un momento importante para las buenas. intenciones. El primer momento lo marca la cronología por la que se rige buena parte del mundo, enero; con la entrada del nuevo año llegan los buenos propósitos que, en el fondo, queremos cumplir, y un poco más en el fondo (aunque aquí es más difícil llegar) sabemos que nunca los cumpliremos. Llega un nuevo diciembre y vemos que, por regla general, nada o muy’poco de lo que nos propusimos doce meses atrás se ha cumplido. El segundo momento, que supone un periplo de juramentos, proyectos y buenas intenciones, es septiembre. No influye ser estudiante, trabajador, madre, hijo, padre, soltero, casada, joven, mayor, jubilada, parado, hombre, mujer,… a la hora de proyectar nuestras buenas intenciones en estos dos momentos de nuestro común ciclo vital. Enero y septiembre se dan la mano para aunar las ilusiones de todos.

Pues bien, nos atrevemos a decir, aun con cierta posibilidad de equivocarnos, que actualmente contamos los años en función del curso lectivo, escolar o laboral, es decir, el «curso» para casi todos comienza tras el periodo de descanso que supone el verano. Pues bien, es en septiembre cuando empezamos a plantearnos «seriamente» esos buenos propósitos con los que pretendemos iniciar nuestra andadura por «el nuevo año». Vemos que nuestros estudiantes reiteran esa solemne declaración de intenciones que supondrá un mejor y más fructífero aprovechamiento de sus estudios para evitar, en la medida de lo posible, los nervios, las crisis de ansiedad, el cansancio excesivo y, por supuesto, los indeseados suspensos. En el ambiente laboral nos proponemos ser sistemáticos y ordenados, intentamos establecer diversas y variopintas estrategias para no acumular tareas y, así, no llevarnos «enlatados en la cabeza» problemas que tendrán, en muchos casos, repercusión en nuestro ámbito personal y familiar. Asimismo, y respecto a nuestras relaciones personales en el ámbito laboral, intentamos poner en práctica todas esas cosas que la experiencia vital y algún que otro curso nos han enseñado: autocontrol, reflexión, escucha, respeto, puntualidad y ayuda. En este mes de septiembre, además, ser estudiante, trabajador o estar en el paro tienen en común los famosos propósitos que suponen «salir a correr al menos dos días a la semana», «ir a la piscina», «empezar la tabla de ejercicios para la espalda», «andar todos los días por lo menos media hora» y, como no «perder unos kilos». Algunos de estos proyectos los cumpliremos, otros los comenzaremos a poner en práctica para abandonarlos meses después y otros, no dejarán de ser… eso, buenos propósitos.

Estos buenos propósitos en el ámbito de la Educación ocupan una parte muy importante de los pensamientos y debates que sobre el tema se reiteran en este mes de septiembre. La Ministra de Educación, en su discurso inaugural del curso escolar 2006/07 en Avilés, el día 11 de septiembre, destacaba, entre otras cuestiones que «nuestro país ha apostado decididamente por la modernización y la mejora del sistema educativo, en la convicción de que es uno de los pilares del progreso y del desarrollo» /…/ «un sistema educativo adaptado a un mundo cada vez más complejo y plural, a una sociedad en proceso constante de transformación, que ha de afrontar nuevos retos como la globalización, la reciente diversidad cultural o el avance imparable de las tecnologías de la información y del conocimiento». Buenas intenciones, sin duda alguna, las del gobierno de nuestro país.

Nosotros, desde nuestra aportación al vasto y complejo sistema educativo español y a la sociedad del conocimiento, editamos un número más, el 32, de nuestra querida revista universitaria Cuestiones de Fisioterapia, la cual tiene un firme propósito: facilitar la información entre los profesionales de la Fisioterapia (principalmente) y fomentar la investigación en Fisioterapia desde diversas acciones y proyectos asistenciales, educativos o de gestión. Nuestras buenas intenciones en este curso que comienza, podemos resumirlas en los siguientes puntos: editar el número 33 de Cuestiones de Fisioterapia antes de que finalice el año 2006, fomentar la publicación de los trabajos de investigación que se están llevando a cabo en los distintos marcos educativos donde se desarrollan programas de doctorado, intensificar la difusión de nuestra revista, lograr los criterios necesarios y suficientes para indexar la revista en aquellos ámbitos que sean beneficiosos para todos y, sobre todo, seguir cumpliendo con los objetivos que desde 1995 se propone esta revista: «establecer un medio de comunicación entre investigadores, docentes y profesionales de la Fisioterapia» /…/ y «Constituir un instrumento formativo para los discentes, futuros profesionales de la Fisioterapia» (Rebollo, J. Editorial. Cuestiones de Fisioterapia. N* 1, 1995).

Las buenas intenciones del mes de septiembre nos conducen a crear hojas nuevas de una revista que plasme y proyecte el trabajo de todos; eso sí, será necesario no tener miedo a «coger la pluma»; porque, como decía Gloria Fuertes en una de sus famosas poesías «Miedo da a veces coger la pluma y ponerse a escribir, miedo da tener miedo a tener miedo /…/.

RAQUEL CHILLÓN MARTÍNEZ
Profesora Colaboradora
de la Universidad de Sevilla